El reconocido contador Edmundo Oscar Saieg vive días de festejos porque el Colegio de Graduados en Ciencias Económicas de Tucumán (Cgcet), lo premió por sus 50 años de profesión. Durante la charla con LA GACETA, el contador nacido hace 75 años en San Pedro de Jujuy -pero tucumano por adopción- repasó sus comienzos, luego de graduarse en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT); su paso por la función pública en la provincia y su participación en la vida institucional del Cgcet, donde ejerció la presidencia en dos períodos consecutivos. Además, con silogismos precisos, reflexionó sobre la realidad económica del país.

-¿Cuándo se recibió de contador?

-Me gradué en abril de 1963, cuando tenía 24 años. En aquel entonces, la UNT era el centro universitario del NOA. Llegué a Tucumán en 1956, y recuerdo que la decisión de venir a estudiar fue trascendente, porque tenía 18 años. Fue una aventura viajar 12 horas en tren desde mi pueblo.

-¿De qué manera surge su vinculación con el Colegio de Graduados?

-Mi relación fue desde el comienzo. Cuando me recibí había dos entidades de profesionales: el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, y el Colegio de Contadores Públicos. Nosotros no entendíamos por qué había dos organizaciones. Entonces, los jóvenes profesionales y aquellos que llevaban años de profesión acordaron unificarlas. Así, en 1969 nació el Colegio de Graduados de Ciencias Económicas de Tucumán.

-¿Qué sintió cuando los premiaron?

-Fue una gran emoción, pero lo que más me conmovió me designaran para dar el discurso de agradecimiento, entre siete profesionales distinguidos. Es curioso porque cuando ingresé a la facultad, había una bienvenida a los jóvenes que iniciaban sus estudios. En aquella oportunidad también me eligieron para hablar. Ahora el círculo se cierra.

-¿Cómo fue el comienzo en el ejercicio de la profesión?

-Tuve la posibilidad de trabajar mientras estudiaba. Llevaba la contabilidad en forma privada y también fui pasante en la Contaduría General de la Provincia. La primera experiencia fue en un estudio privado, del que me hice cargo porque los dos contadores que trabajaban allí tuvieron que viajar al exterior. Más tarde, me convocaron para ser Tesorero General de la Provincia, durante la gobernación de Lázaro Barbieri.

-¿Cómo formó su propio estudio?

-Cuando uno de mis hermanos se recibió de contador comenzamos a trabajar juntos y, con el paso del tiempo, se fue consolidando el estudio Saieg, hacia principios de la década del 70. En paralelo, me desempeñé como docente en la UNT, donde me jubilé en 2005. Esa fue otra gran pasión.

-¿Cómo influye la tecnología en el ejercicio de la profesión?

-La revolución tecnológica modificó las tareas que antes se hacían de manera más artesanal. Pero el cambio más notable es en la relación con clientes. Hoy, con internet los vínculos son un poco menos personales.

-¿Cómo evalúa el rumbo económico del Gobierno?

-Las economías que andan bien son las que tienen instituciones firmes, no gobiernos que ejercen liderazgos fuertes. Lo que le da transparencia al sistema tributario es la distribución equitativa de los recursos. La manera correcta de distribuir es crear igualdad de oportunidades, a partir de la educación.

-¿Qué mensaje les deja a los jóvenes que se inician en la vida profesional?

-No recomendaría estudiar Ciencias Económicas ni ninguna. No lo hice con ninguno de mis hijos, porque cualquier profesión que se elija requiere, antes que nada, del enamoramiento.

-¿Qué pueden hacer los jóvenes para mejorar el presente?

-Nuestra generación tiene responsabilidad en el legado. Cuando analizo las cinco décadas de profesión, no pienso en el éxito efímero, sino en cuánto ayudé a construir ciudadanía. Es necesario un cambio interior. No hay que perder el tiempo buscando líderes, sino el compromiso para ejercer el liderazgo que cada uno tiene dentro.